Reseña: “El Monstruo Pentápodo”

Por Fernando de la Rosa*

Quién no tiene un gusto culposo; somos criaturas de placer, después de todo; hedonistas por naturaleza, saciando nuestra hambre al menor atisbo, tomando un trozo de brócoli cuando ningún carnívoro nos observa, escuchando alguna pseudo trova cuando los demás oídos se distraen, o leyendo y tarareando aquel género prohibido por las mentes “superiores”, cuando nos cobija la soledad.

 El Monstruo Pentápodo, de Liliana Blum. Ed. Tusquets

Pero qué pasa con aquellos placeres “prohibidos”, esos deseos que, más por convenio social que por simple rechazo personal, romperían con el frágil esquema de una sociedad funcional. Habemos demasiados tabúes en nuestro cerrado mundo, que disfrazamos con palabras como “asqueroso”, o “enfermo”; pero que no son tan diferentes a un inusual gusto por un autor o… esperen… sí lo son. Necrofilia, Coprofilia, Pedofilia, y demás Parafilias que tratan de englobar comportamientos “ajenos” a una persona funcional en sociedad, pero que todos, sin excepción, hemos imaginado, y disfrutado en el refugio de nuestra mente.

Y esto es un tema habitual en las obras de Liliana Blum, los tabúes sociales, la marca desgraciada sobre aquellos que se atreven a disfrutarlo en público, el estigma por lo “no aceptable”, desde el punto de vista del ser libre. Pero qué sucede cuando este placer raya en la violencia, en la invasión al derecho de otra persona, una niña; este es el tema principal en el último libro de la autora: El Monstruo Pentápodo.

La Pedofilia es una de esas atracciones sexuales, particularmente rechazadas por la violación a un pequeño e inocente ser que ninguna culpa tuvo de ser lo que es. Hemos visto y leído, incluso jugado, obras relacionadas a este tema tan oscuro; pero casi siempre se centran en la víctima, y no podemos culparlos, pues gran parte del conflicto es la necesidad de vivir, en contra de un monstruo que nos ve como objeto de su satisfacción. Sin embargo, no vemos la otra cara, principalmente porque no la comprendemos.


Presentación de "El Monstruo Pentápodo", en la FeNaL 2017.

En el Monstruo Pentápodo cambiamos la vista. Contemplamos la historia desde dos personajes: Raymundo, el pedófilo disfrazado de ingeniero civil, con un particular gusto por las carnes jóvenes, finas obras de arte hechas para el disfrute de ojos como los suyos; y Aimeé, la cómplice, mujer acomplejada al estilo “Patito Feo” por su condición, siempre en la línea entre lo correcto, y el no perder a quien ama. Conocemos la afición de Raymundo, pero explicada en su carne, en su placer, tratando de entrar en los zapatos de quien siempre consideramos monstruo, sin saber cómo es que llegó a esto, si nació así, si un suceso en su infancia lo desencadenó, o simplemente tomó la decisión, y no se pudo controlar después.

El Monstruo Pentápodo es ese tipo de obra oscura, incluso antagónica, que nos revela la mente retorcida de un pedófilo, antes, durante, y después de lograda su fechoría; con la culpa de ser lo que es, oculto de la sociedad, mientras rompe con la inocencia de una frágil criatura. Una lectura que satisface el morbo, a lujo descriptivo, de quienes siempre quisieron saber, qué es ser un monstruo.

(*) Fernando de la Rosa Castillo

Fernando de la Rosa Castillo es un joven escritor leonés, cuentista y novelista, derivado del mundo científico. Asiduo a las lecturas de ficción, sobresale en temas oscuros, personajes realistas, y situaciones empáticas. Cuentos como Tripofobia y Entre Líneas, resaltan las implicaciones del conocimiento y la psicosis, principal tema del autor.
Su obra prima, Saga Emperador, la cual cuenta hasta el momento con dos libros, MIEDO y GLORIA, explica el origen del bien y el mal, en un aspecto tan real como cotidiano: las decisiones.
Terror, Locura, Castigo, Redención; palabras que definen la obra completa del autor. Universos destruidos por la soberbia, científicos perseguidos por deidades cósmicas, mundos que caben en la mente del protagonista; esto y más encontrarás en las letras de Fernando.


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