*Por J, D. Pineda.
J. Daniel Pineda es un joven escritor de diecinueve años de edad, nacido en Guadalajara, y residente de León, Guanajuato. Habiéndose definido en el área del cuento, desarrolla relatos que giran en torno a lo oscuro e inquietante, siendo la narrativa gótica y de terror su campo de escritura. Entre sus autores habituales e influencias literarias se encuentran Edgar Allan Poe, John McCray, Stephen King, Thomas Harris y H. P. Lovecraft. Actualmente es estudiante de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Guanajuato, siendo la ciencia y la literatura su pasión.
La soledad, una enfermedad capaz de carcomer el alma de la persona más cuerda y llena de vida, lenta y dolorosamente; y en esta soledad, el hombre se verá inmerso en la desesperación, y en esta desesperación, acudirá a una solución la cual no entenderá, pero que será suficiente para devolverle la vida.
Yo era lo último que restaba de mi familia, mis padres habían sucumbido ante el tiempo y mis hermanos ante la enfermedad, lo único que quedaba para recordarlos era una enorme mansión la cual me fue heredada, repleta de ventanas por las cuales nadie asomaría más la vista, jardines que nadie recorrería, y de largos y tristes pasillos. Si bien mi familia tenía una gran riqueza, y por ende, una gran fama, lo más cercano que tenían a amigos eran los altos mandatarios que les sonreían hipócritamente al momento de hacer negocios.
Después de haber quedado completamente solo en aquel monumento a las sombras, y gracias a que el apellido que llevaba me impedía llevar una relación la cual no implicara el interés en mis riquezas, me dediqué a vagar por las calles del pueblo que fingía ser una ciudad, tan monótono, tan falso, tan carente.
Sentía que mi vida era un laberinto sin salida, una condena, una maldición. Daba igual si fuera ciego, después de mucho tiempo, entendí que afuera no había nada para mí. Fue esto lo que me llevó a encontrar la solución: Si este mundo no tenía nada que ofrecerme, no tenía por qué vivir en él.
Conseguí tanto material como me lo permitió la fortuna heredada por mí familia, pinceles, toda clase de pinturas, lienzos, tela, caballetes de diferentes medidas, todo lo necesario para crear un mundo el cual pudiera aceptarme. Tuve especial cuidado en adquirir todo esto fuera de este pueblo, lo último que necesitaba eran personas hablando de que el joven Bennett se había vuelto loco y había derrochado todo el dinero de su familia.
Con el paso de los días, mi capacidad para crear vida través del lienzo se convirtió en algo extraordinario, comencé a interactuar con aquellos retratos y a transportarme a aquellos escenarios, conocí lo que es mirar a través de los ojos de una persona y sentir el reflejo de la comprensión, empecé a desconocer la soledad.
El pincel se convirtió en la extensión de mi mano, el caballete eventualmente en lo que nosotros conocemos como realidad, las necesidades “primarias” de un ser humano las cambié por mis acuarelas, el agua y la comida pasaron a segundo plano al igual que el sueño.
Los pasillos, el salón principal, los comedores, los baños, las recámaras, cada metro cuadrado de mi hogar había sido llenado de amigos, de amores vividos, de lugares visitados, de todo lo que no pude tener, pero ahora, podía crear.
Pero ni siquiera un mundo hecho por nosotros puede ser perfecto, poco a poco la neblina resurgió, aparecieron pinturas que contaban historias de desolación, personas que me miraban de una manera extraña, lugares y hechos oscuros.
La realidad que había creado comenzaba a desmoronarse.
¿Qué era lo que había salido mal? Pasé una cantidad incalculable de tiempo frente al espejo debatiendo una solución, pues en ese momento, era el único cuadro con quien podía conversar. Para mi desgracia esta tarea se vio retrasada, pues de cada rincón de la casa venían llantos y lamentos incesables, una pregunta retumbaba en mi cabeza de una manera incesante: ¿Cuál era la diferencia entre yo y mis creaciones?
Me di cuenta que la respuesta estuvo frente a mi todo el tiempo.
Epílogo.
Muchos fueron los rumores que rondaron entorno a la desaparición del joven Anthony Bennett, que si una vida de excesos y derroche lo había llevado a tener grandes deudas y decidió esfumarse, que pereció por la misma enfermedad que sus hermanos, otros dijeron que enloqueció y está escondido en alguna cámara secreta de su mansión.
Algunos contaban que después de que el departamento de policía ordenara una búsqueda en la residencia Bennett con el fin de encontrar pistas de su paradero, o inclusive un cadáver, los oficiales reportaron haber encontrado una cantidad incalculable de pinturas y retratos en cada rincón de la casa, pero de todos ellos, hubo uno que captó fuertemente su atención, un enorme cuadro del joven Anthony.
Con el paso de los años, este relato adquirió tal fama que ahora la mansión es conocida como la casa de los retratos, y es uno de los relatos favoritos de las personas al momento de reunirse a contar historias, claro, cada quien relatando una versión diferente.
Hay quienes aseguran haber entrado a la mansión y visto los retratos, otros desacreditan esto afirmando que nunca los vieron.
¿Qué pienso yo? No puedo dar crédito a ninguna de las historias que se cuentan, pero mentiría si digo que no me causa escalofríos el asomarme por mi ventana y ver a lo lejos aquel lugar, considerado maldito por muchos. Lo único de lo que puedo estar seguro, es que jamás sabremos qué sucedió con el joven Anthony Bennett Campbell.
(*) J. D. Pineda.
J. Daniel Pineda es un joven escritor de diecinueve años de edad, nacido en Guadalajara, y residente de León, Guanajuato. Habiéndose definido en el área del cuento, desarrolla relatos que giran en torno a lo oscuro e inquietante, siendo la narrativa gótica y de terror su campo de escritura. Entre sus autores habituales e influencias literarias se encuentran Edgar Allan Poe, John McCray, Stephen King, Thomas Harris y H. P. Lovecraft. Actualmente es estudiante de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Guanajuato, siendo la ciencia y la literatura su pasión.

Sin duda es un escritor maravilloso, logra hacerme sentir escalofríos ! Me encanta c:
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